«Él trajo sus cosas y me grabó en mi propia casa, y cuando hizo sonar la primera canción sonaba como el disco de cualquier otro. Tí­o, no sabes cómo me sentí­ aquella tarde de sábado cuando oí­ esa voz y resulta que era la mí­a propia. Más tarde me envió dos copias del disco y un cheque de veinte pavos, y me llevé al disco a la esquina para ponerlo en el tocadiscos. Simplemente lo hice sonar y sonar y decí­a, ‘Puedo hacerlo, puedo hacerlo'»

En 1941, McKinley Morganfield tení­a 28 años, y según la leyenda Alan Lomax, el artí­fice de estas primeras grabaciones, se encontró con él cuando buscaba a un Robert Johnson que llevaba ya tres años muerto. Dos años después, McKinley, más conocido como Muddy Waters, se muda desde Stovall, en Mississippi, a Chicago, esperando convertirse en músico profesional. Durante cinco años tuvo que trabajar como obrero y camionero mientras tocaba por la noche en los locales de la ciudad, llegando a realizar para Columbia algunas grabaciones que nunca salieron al mercado.

En 1948, es la discográfica Chess Records la que publica «I Can’t Be Satisfied» y «I Feel Like Going Home». A partir de ese momento, Muddy Waters se convierte en uno de los iconos del blues. Durante cuarenta años Muddy influenció a buena parte de los músicos y bandas que se formaron y se consagraron desde entonces.

Y la historia continuó, aunque en 1983 acabó el primer capí­tulo. Tal dí­a como hoy, hace 25 años, Muddy se iba a dormir para no volver a despertar, aunque ha seguido sonando desde entonces.

Muddy Waters – You Can’t Lose What You Ain’t Never Had